miércoles, 25 de noviembre de 2009

Proposiciones e imperativos de la Huelga Nacional


Eleuterio Quintanilla

Al segundo gol nació la ignominia; desde que la selección aseguró su pase al mundial (tema principal aquella semana de la agenda política popular), comenzó el vaivén militar en una ciudad que, ebria de futbol, no se percató de lo que ocurriría aquella madrugada: para la media noche, unos cuarenta y cinco mil empleados de Luz y Fuerza del Centro, pertenecientes al Sindicato Mexicano de Electricistas, habían sido enviados al patíbulo del desempleo y la compañía que dotara de energía eléctrica a la Ciudad de México y la zona centro del país había desaparecido en un golpe que ni el mejor de los analistas políticos hubiera podido entrever o maquinar.
Así pues, aquella semana se hizo también uno de los más grandes despliegues de las fuerzas y organizaciones políticas que existen en este país y en una mega-marcha de más de un millón de personas (y no de unos miles, como aseguran los medios de comunicación) la palabra huelga resonó al unísono desde el Ángel de la Independencia hasta formar eco entre Palacio Nacional y la Catedral metropolitana. Sabias bases aquellas que saben cuál debe ser el programa político que sus direcciones deben tomar y llevar a cabo; sin embargo, esas mismas direcciones suelen, a veces, mostrarse sordas o bien será que acaso conocen los tiempos con los que se debe actuar para no resultar precipitados. Sea el caso que fuere, la actual situación en la que el gobierno de este país nos ha puesto requiere de medidas drásticas por parte de los trabajadores que han sido afectados  por una serie de políticas que lejos de proteger su bienestar, lo aniquila; entonces, la única solución posible que tiene este conflicto, que no es sólo contra el SME y sus agremiados, sino un atentado directo a toda la clase trabajadora, es el derrocamiento de Calderón y de las expresiones neoliberales que sustentan el poder desde el sexenio de De la Madrid; y es que un gobierno que atenta desmedidamente contra aquellos que, supuestamente, lo han encumbrado en el poder no tiene razón de ser inclusive dentro de la teoría política burguesa.
Difícil es discriminar la solución cabal en su totalidad puesto que los panoramas deberán estar en constante cambio y ningún programa político propuesto por organizaciones y colectivos es del todo funcional ya que pecan de mesianismo, egoísmo y de una mala lectura de la realidad mexicana; sin embargo, no sólo los grupos organizados, sino también la sociedad en general, comienzan a entender que bajo este gobierno sólo se consume el futuro en vez de asentarse mientras que unos cuantos (lugar común del capitalismo) siguen enriqueciéndose desmedidamente, engrosando su egoísta bolsillo con el futuro de la sociedad; y no es extraño que suceda cuando durante los últimos nueve años del panismo las condiciones de vida de casi todos los mexicanos se han llevado al extremo, incrementando la pobreza, perdiéndose la seguridad social y el empleo de aquellos que tenían, aumentando e inventando impuestos (lo cual incluye el IVA) y vendiendo a privados los bienes que le pertenecían a los mexicanos. Ante este panorama, es ya una obligación de cualquier ciudadano con el conocimiento político suficiente, sea o no parte de algún grupo político, comenzar a organizar su centro de trabajo hacia una Huelga Nacional cuya principal demanda no sea ya la defensa del SME y de LyFC (que sin duda debe ser parte de un programa de lucha), sino la caída de Calderón; a la par, deben irse construyendo los modelos de organización necesarios para no recaer nuevamente en los burgueses, y  así crear una verdadera democracia participativa en la que el gobierno pueda estar en la mano de todos aquellos que serán gobernados y no una forma representativa que sólo habla por los sectores de las clases altas, excluyendo de la agenda política las exigencias justas de los trabajadores, campesinos y desposeídos.
No hay ya oportunidad de retroceder, una vez que los mecanismos de la historia son encendidos, sin importar qué mano es la que los acciona, sólo queda aceptar las consecuencias, y esta vez es momento de nuestra victoria.

Sobre Honduras

Clementina y Tlémailt

     En el siglo XXI se dice que existe la democracia habiendo dejado atrás las dictaduras militares, tras el golpe de estado en Honduras podemos cuestionarnos la existencia de una “verdadera” democracia e institucionalidad del Estado de Derecho, el cual, se presume, impera en América Latina. En busca de estos ideales la izquierda hondureña propuso el reemplazo del Congreso por una Asamblea Nacional que devolvería el poder al pueblo hondureño, para lograr esto se realizaría una consulta el 28 de junio en la cual se votaría la existencia de una cuarta urna en las próximas elecciones del 29 de noviembre. Este conjunto de acciones amenazaron los intereses de la oligarquía hondureña que declaró inconstitucional el desplazamiento del congreso por considerar que daría pie a una posible reelección. Bajo estos argumentos la derecha hondureña perpetuó un golpe de estado el 28 de junio, allanando la casa presidencial y llevando a Manuel Zelaya a Costa Rica para imponer el gobierno de facto encabezado por Roberto Micheletti, entonces presidente del Congreso Nacional.
       Tras esta serie de acciones, el pueblo hondureño se manifestó en contra del golpe de estado exigiendo la restitución del presidente constitucional, por lo que los golpistas desataron una feroz represión contra los manifestantes. A partir de este momento, inicia la resistencia de una lucha que busca la libertad social y, por lo tanto, la equidad  y dignidad humana. Con la ayuda de las fuerzas militares se impone un Estado de Sitio, en el que destacan medidas como el toque de queda, el asesinato y la desaparición forzada de manifestantes, la suspensión de medios de comunicación críticos como el Internet, la radio y las televisoras independientes, privando así al pueblo de sus garantías individuales, llevando con esto al país centroamericano a una dictadura; que como tal, toma como justificación el restablecimiento de una legalidad supuestamente rota, y la autoridad recae en el cuerpo militar del Estado, teniendo como principales aliados la violencia y la injusticia de la clase dominante que responden a los intereses imperialistas que pretenden seguir controlando nuestra América Latina.
     Ante este conflicto social, diferentes organizaciones internacionales tales como la OEA (Organización de Estados Americanos), la UE (Unión Europea), el Grupo Río, el ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas), la ONU (Organización Naciones Unidas) entre otras, responden “rechazando” la imposición  del gobierno golpista, provocando con esto un bloqueo económico-político hacia Honduras. Podemos destacar  las contradicciones que el gobierno estadounidense tiene respecto al conflicto, acentuando que el golpe de estado responde a la necesidad de Estados Unidos por seguir controlando la economía del continente, tales contradicciones se ven reflejadas en la máscara discursiva que presenta Obama  al declarar su desconocimiento al gobierno de facto pero, siendo concientes de que cualquier decisión tomada por los gobiernos latinoamericanos está controlada e influenciadas por los intereses de EE.UU. Se puede interpretar  que EE.UU. tenía un conocimiento anticipado sobre el golpe militar y el no detenerlo fue respuesta a las negociaciones que había entre Honduras y el ALBA, ya que de seguir dichas negociaciones  perdería control sobre Honduras.
     Estados Unidos al observar el rotundo rechazo de las organizaciones internacionales al gobierno de facto,  mostró su apoyo,  poniendo como mediador del conflicto a Oscar Arias, presidente de Costa Rica, quién presentó el llamado “Acuerdo de San José”, que pretendía la reconciliación entre el gobierno de Micheletti y el presidente depuesto Manuel Zelaya, bajo ciertos condicionantes que, aunque demandaban el regreso de Zelaya a la presidencia, frenaban el avance hacia una sociedad democrática, constituida principalmente por una Asamblea Nacional.  Este panorama muestra los verdaderos intereses que tiene EE.UU. ante el conflicto hondureño. Su ya mencionado control nos hace recalcar la necesidad de no detener la lucha en busca de la independencia económico-político-social que debe existir en Nuestra América, a través de luchas como la que el pueblo hondureño sostiene.
     Dadas las circunstancias político-económicas que imperan en Honduras, se declaró el desconocimiento de las elecciones del 29 de Noviembre, que el gobierno de facto pretendía llevar a cabo hasta la restitución del presidente constitucional a su cargo. Al desconocerlas se presiono para que existieran las negociaciones entre el gobierno de Micheletti y Manuel Zelaya, estas mismas se presentan en el Acuerdo Tegucigalpa-San José-Diálogo de Guaymuras, en el cual, como punto principal se plantea la restitución al poder de Zelaya.
     El día 30 de octubre, tras cuatro meses de constante lucha contra la injusticia, el asesinato y la denigración del pueblo, se firmó dicho acuerdo; con esto se dió un paso al reestablecimiento del “orden” social.
     No debemos olvidar que el motor principal de los cambios que se han ido gestando dentro del movimiento es la lucha del pueblo para obtener justicia y libertad.
Una lucha que ha sido sustentada en manifestaciones, paros, huelgas y el constante grito del  pueblo hondureño para defender los derechos que el ser humano tiene; impidiendo el avance del monstruo llamado capitalismo que denigra y deshumaniza hasta convertir al ser humano en un mero instrumento de producción, enajenando su voluntad y teniendo como único fin el automatismo de la vida. 
     Con todo esto podemos concluir la necesidad imperante de continuar la lucha social, a pesar de los intentos y amenazas de la clase dominante que hasta hoy pretende reprimir y estancar el cambio que se busca para América Latina; de no ser así, corremos el riesgo de perder nuestra capacidad de transformar y volvernos simples espectadores de la historia, dejándoles el camino libre para nuestra dominación y la pérdida de nuestra libertad.
     Honduras es un ejemplo más de los avances y retrocesos de la lucha, donde se ve reflejada la realidad concreta,  en la que se encuentra nuestra sociedad, haciendo  énfasis en que nuestra conciencia es el arma para conjuntamente luchar por nuestra dignidad y nuestro derecho a una vida justa.

Elogio a la desidia

    Erizipela Rotondo
          “Escribo porque estoy enfadado con todos ustedes, porque estoy enfadado con todo el mundo. Escribo porque me encanta sentarme en una habitación y escribir todo el día. Escribo porque sólo puedo participar en la vida real cambiándola. Escribo porque quiero que los demás, todos nosotros, el mundo entero, conozca la clase de vida que hemos llevado, y seguimos llevando, en Estambul, en Turquía.”
          “Puede que escriba porque espero entender por qué estoy tan sumamente enfadado con todos ustedes, tan sumamente enfadado con todo el mundo”
          Orhan Pamuk. La maleta de mi padre
HABLA LA DESIDIA

Así como no ha mucho que mi hermanastra la Locura, Necedad o como queráis llamarle, se posó ante vosotros, para hablaros de lo mucho que hay de ella en cada uno y en todas las cosas vivas y no vivas que existan o existiesen, yo, la Desidia, tomo mi oportunidad de hablar sólo para deciros que no debí haber venido. Pero me diréis entonces — ¡nos habéis hecho venir en vano! Y para no defraudar a mi propia naturaleza y a mi descendencia, que en gran medida sois todos vosotros, abúlicos oidores, os diré que sí y que me importa un bledo, pues de otra manera iría en contra de todo aquello que me constituye y me entroniza como la reina de vuestra Facultad de Filosofía y Letras.
     No obstante, creo pertinente no hacer que perdáis vuestro sagrado tiempo enojándoos y diciendo cosas de mí por aquí o por allá, y os relataré entonces algunas nimiedades que, en las últimas eras de la humanidad en la tierra, he ido acumulando en mi pensamiento y que parecen ir todas, sin excepción, encaminadas a ser escuchadas por vuestros oídos en este recinto del saber y la erudición.
     I
Comenzar por el principio es cosa de gente demasiado sana y como no tengo seguridad alguna con relación a mi progenie o mayor certeza que la que vosotros podáis darme acerca de mi descendencia, no introduciré este discurso que os ofrezco con nada que tenga que ver con mi pasado o mi porvenir, y dirigiré toda mi atención y el poco espíritu con el que cuento a mostraros lo que veo de mí en el presente. Un presente que ha perdido toda máscara para brotar como un botón cerrado durante la noche, que abre sus pétalos con los primeros estertores de la oscuridad y que se muestra tal y como es: la transmutación de la hipocresía en cinismo.
     ¿No os reconocéis en mí? ¿No sois todos vosotros un espejo en el que no veo otra cosa que mi mismo rostro? ¿No soy yo acaso la representación material de aquello que intentáis esconder en vuestros corazones? Dicen que los hijos tienen siempre algún parecido con los padres que les dieron la vida. Inútil resulta ocultarlo ahora, las actitudes revelan nuestro carácter, ¡miradme!, jamás he tenido cosa semejante, jamás he sido valiente, comprometida o participativa; aquellos que me engendraron no depositaron en mi sentimientos diferentes a la indiferencia, la flojera o la estulticia, y yo, que os he engendrado a vosotros, no he podido hacer la diferencia.
     Tenéis razón si en vuestro pensamiento persiste la idea de que no soy nadie para hablaros así, pero permitidme continuar y seguir hablándoos tiernamente como una madre que orienta a sus hijos en la naturaleza de sus actos, siempre con la verdad, pues no soy amiga ni siquiera lejana de la mentira. Os veo tristes hijos míos, pero no veo en vuestros ojos aquella tristeza llena de amor y sinceridad que se le ofrece como sacrificio al ser amado que se ha ido o al amigo que se ha perdido en sí mismo entre tanto desatino. Veo en vosotros, en vuestra alma, la misma tristeza que he sentido yo durante milenios cuando despierto por la mañana o cuando me retiro a mis aposentos; esa tristeza constante de la que sólo alguien como yo toma conciencia y que sólo es posible mitigar con algo de lo que carezco desde mi nacimiento y que por todos lados me es contrario: el compromiso.
     ¿Y cómo es que veo en vuestros corazones la miseria que produce la falta de compromiso? Para aquellos que no se encuentran bajo mi tutela y mi cobijo, para todos aquellos que vuelcan su espíritu y derraman la felicidad propia a su alrededor, hacia los seres que más aman e incluso hacia los que les son desconocidos, esta miseria es ajena y extraña, pero para vosotros hijos míos, nacidos bajo la misma estrella que propició mi alumbramiento, es imposible que os pase desapercibida. ¡Vuestros rostros y vuestro cuerpo hijos míos! ¡Fijaos! Vuestras ventanillas que no ofrecen nada más que opacidad y tinieblas; vuestros labios que no se abren más que para alimentar vuestra barriga o para confundir al mundo con necedades; vuestro cuerpo exangüe, consumido por el peso de una vida que, corta o larga, no os brinda más sentido, ni más razón de ser que la decadencia de una especie que a nuestro parecer ha nacido muerta o condenada por lo inexorable.
     ¿Os empezáis a reconocer queridos? Os empezáis a ver vagando por estos pasillos de hospital psiquiátrico; sentándoos placidamente sobre la efigie de una tal Palas Atenea, diosa por demás extraña y poco divina; escuchando sin interés alguno las palabras de alguien que ha caminado por más tiempo a lo largo de esta tortura que es la vida; leyendo libros que no os dicen nada más que lo que vuestros oídos sordos desean escuchar; profiriendo insultos hacia aquellos que os muestran sus vigorosos brazos, su sonrisa alegre y sus ojos claros; menospreciando luchas y combates de sangre por miedo a resultar heridos; volteando el rostro hacia todo aquello que extinga lo que hay de mí, vuestra madre, en vosotros; burlándoos de las palabras que aquellos, que no han sido tocados por mi cetro, tienen para vuestras almas dormidas; hablando de todo menos de lo que de verdad conocéis; mostrando por fuera todo de lo que carecéis por dentro.
     II
¡Os felicito por ser ciegos incluso a mi presencia! De vez en vez recorro, invisible, los salones, escaleras y pasillos de vuestra facultad, nuestra facultad, y observo en todos los rincones lo que hay de mí en vosotros, en cada uno de vosotros. Quedan aún almas libres de mí y de todo lo que es mío, pero para mi orgullo son muy pocas en comparación con vosotros, nobles, con todos vosotros que no hacéis más que repetir mis enseñanzas y despreciar las palabras de aquellos seres libres. Con qué exaltación acojo verlos devorando vuestros sagrados alimentos al calor de una sucia, costosa e insana fonda; participando en elecciones que de antemano se encuentran corrompidas por el interés de quienes están completamente ajenos a los problemas que os pertenecen, únicamente con el fin de delegar en ellos una responsabilidad que para vuestra alma y vuestro cuerpo es demasiado abrumadora.
     Qué  felicidad embarga mi corazón cuando todo intento de aquellos seres libres por redimir estos espacios en los que la discusión y el diálogo han sido extirpados por la codicia y la ambición, se ve interrumpido y sofocado por el desinterés y la indiferencia de todos vosotros. Macetas en las ya pequeñas explanadas de la facultad; salas de lectura en el Ágora; cuotas inauditas en salones de Educación Continua, etc., ejemplos todos de la influencia que mi ser ha inculcado en ánimos débiles e inertes, cerrados a la discusión, al debate, a la charla, aprisionados por un horizonte estrecho que sólo permite ver la extensión del libro vacío, ajenos a la libertad de hablar cuando os dé la gana. Animales de engorda que reverberan el mugido de quien está a su lado, siempre y cuando éste suene opaco y no diga nada más que lo que ya ha sido dicho en la televisión, la radio o la Internet. Con qué orgullo veo los labios cerrados frente a la expulsión de todos los vendedores, trabajadores como vuestras familias, del pasillo de ingreso a la facultad. Labios cerrados que demuestran la lealtad que tenéis hacia mí y hacia mis instituciones, sobre la que tenéis hacia vuestras familias y amigos, hacia vuestro verdadero pueblo, vuestros verdaderos hermanos.
     ¡No os liberéis hijos míos! ¡Seguid como hasta ahora lo han hecho! ¡No hagáis caso de lo que esos idiotas dicen por ahí de mí! ¡Soy yo vuestra madre, la única madre que han tenido y que tendrán! ¡La única que no os ha ofrecido esperanza alguna! ¡La única que no os ha mentido, ni os mentirá! ¡Miradme de nuevo en todo mi esplendor! ¡Sentid esa tristeza de la que os he hablado como algo vuestro!
     ¿Reconocéis que sois desidiosos? Me alegro.
     Os ofrezco este discurso que me elogia, os elogio a vosotros.

UN PUEBLO CULTO ES UN PUEBLO LIBRE

Atenógenes Santamaría

I

Porque la naturaleza de nuestra sociedad conduce a la dominación de las conciencias, la pedagogía dominante es la pedagogía de la clase dominante que pone nuestra dignidad en juego, y no puede, contradictoriamente, servir a la liberación del oprimido. Si a través de la educación el hombre deviene en hombre, siendo este el único animal que se crea a sí mismo, no sólo en tanto a su ser estrictamente biológico respecta, sino como individuo apto para la sociedad de la que se vale para subsistir, y esta, a su vez, es modificada a conveniencia de los intereses de las llamadas naciones de primer mundo de las que nuestra América depende; entonces, el modelo educativo que el Estado mexicano pretende implantar en todos los niveles, lejos de preparar a nuestro pueblo para que, comprendiendo los problemas que al ser social que conforma le aquejan piense por sí mismo y ejerza su voluntad propia, resulta menos que un mecanismo fabril de obreros competentes para la defensa de estos intereses.
      Compañero de cadenas, América Latina surge como tal al incorporarse al sistema capitalista en formación; es decir, cuando la expansión mercantilista europea del siglo XVI. En consecuencia, la clase burguesa es la clase dominante desde el siglo XVIII, clase enriquecida con el oro extraído de nuestra América a fuerza del trabajo de indígenas y esclavos explotados por los colonizadores. Hoy, esta riqueza vuelve a nosotros bajo la forma de empresas transnacionales que oprimen a la clase trabajadora. Nuestros gobiernos, en calidad de lacayos de la burguesía, transforman a conveniencia de sus amos nuestro sistema educativo entendido como un derecho del pueblo que garantiza el desarrollo armónico de todas sus facultades humanas. Por lo tanto, el despojo a la educación de su carácter público, laico y gratuito, unas veces explícito, otras tantas velado, consiste en algo más que un crimen contra la humanidad, debido a que el conocimiento, patrimonio forjado por ella misma a lo largo de su existencia para sobrevivir, es consecuencia del trabajo colectivo de la especie, por lo que debe servir única y exclusivamente a la humanidad en su totalidad, en nuestro caso, particularmente al pueblo de México que con su trabajo la sustenta, pues ¿quién más sino el pueblo educado participará de un proyecto de nación en su beneficio?1
      Así  pues, las reformas pretendidas en todos los niveles educativos que el Estado imparte son manifestaciones ligeramente distintas de un mismo proyecto pedagógico que beneficia únicamente a las empresas transnacionales, convirtiendo a las instituciones educativas de la Nación en centros de capacitación encargados de desarrollar las aptitudes necesarias que los intereses productivos de las mismas demandan, los que, sobra decir, son contrarios a los de la clase trabajadora. Tal sistema pedagógico por competencias considera inútiles aquellas aptitudes que permiten al hombre comprender las relaciones que guarda con la naturaleza y el ser social en el que está inmerso, privando al estudiante tanto del conocimiento científico en lo que a las ciencias naturales y sociales respecta, como del humanista y artístico, que si de por sí incipiente, ahora, cuando no nulo, del todo insuficiente. Según las reformas, este vacío será tapado con el lapidario pensamiento mágico en su versión católica, lastre que además, siendo dominante, anula de hecho el artículo 24 constitucional que asegura la libertad de creencias. Baste con recordar el intento por eliminar la Filosofía de la educación media, o la pretendida fusión del estudio de los fenómenos literarios hispánicos y de la llamada literatura universal con el de la lengua española, materia prima de estos, en favor de aumentar, comparativamente, las horas asignadas al cultivo de la lengua inglesa en detrimento de la propia, mas ni siquiera para estudiar a Shakespeare en su lengua, sino para ejecutar convenientemente los manuales operativos de la maquinaria transnacional, escritos, en su mayoría, en la lengua de los dominadores.
      Peor aún, el sustento de tal aberración no emana de teoría pedagógica alguna, sino de una forma organizativa empresarial diseñada en la fábrica japonesa Toyota Auto Body y trasladada a EEUU en 1962 bajo el nombre de Círculos de calidad, instrumento diseñado para aumentar las utilidades de la empresa, fomentando en los explotados un sentimiento de lealtad hacia esta, de ser posible, que impere incluso sobre sus derechos laborales con el fin de mejorar la productividad de la organización del trabajo y así elevar la calidad de la mercancía; para lograrlo, los explotadores conceden a los obreros más participación en los procesos de control de calidad, situación  que se traduce en ahorro de dinero para los dueños de la empresa. Sin embargo, el grado de participación de los obreros en el proceso de calidad se realiza conforme a la jerarquía propia de la empresa, haciéndoles creer “que el círculo les pertenece y que son responsables de él”2, todo esto, a la par que desarrollan en los trabajadores las competencias necesarias para el eficaz cumplimiento de tales objetivos, mismas que ahora, en las reformas que atentan contra la educación mexicana, actúan como directrices definidas como “habilidades, actitudes y valores integrados que permiten la realización de diversos desempeños o tareas”.
      De entre las llamadas competencias, destacan aquellas destinadas a la identificación de problemas que a la creación de utilidades afecten, o aquellas otras necesarias para realizar una correcta exposición de los problemas ante la gerencia, con el fin de que esta encuentre soluciones sin tomar en cuenta el bienestar de todos los que aplican su fuerza de trabajo física o intelectual a la materia prima para transformarla en mercancía traducida en tan  exorbitantes ganancias que ensanchan las arcas de los poseedores de los medios de producción, mientras los trabajadores truecan su fuerza de trabajo por un salario miserable que les obliga a permanecer en tan indigna condición de explotados, sin que puedan, además, imprimir pizca alguna de subjetividad en tales mercancías, o, ¿acaso cualquier obrero en calidad de apéndice de la maquinaria que opera se reconoce en la botella de Coca-cola que produce?, ¿o es que en verdad desarrolla capacidad humana alguna en tan despreciable proceso? Y si además privan a sus hijos de una educación digna, ¿qué nos espera? 
      Cuando la educación deja de ser un derecho y se ofrece como una mercancía, queda despojada de todos los elementos inherentes a ella capaces de satisfacer necesidades humanas específicas sin importar de donde provengan, si de la mente, del estomago o de la fantasía, en aras de satisfacer sólo aquellas otras que a las grandes empresas transnacionales importan, es decir, la producción de obreros sumisos. Bajo esta perspectiva asumimos al maestro como un fabricante de clases y al alumno, de su propio conocimiento, producto del trabajo invertido por ambos a lo largo de las horas transcurridas dentro y fuera del espacio social que representa el salón de clases; sin embargo, como las reformas otorgan un respaldo constitucional a la evaluación privada y comercial que beneficia a aquellos organismos de los que estas empresas se sirven para certificar a sus empleados, estructuras y procesos de producción sobre el mismo eje de las competencias para incrementar sus ganancias, dicho perfil del  maestro y del alumno se evapora. Convirtiéndose el primero en un simple aparato reproductor de la información que la clase dominante desea en los alumnos, sus futuros esclavos reducidos a homo habilis, pues para obtener el certificado de bachillerato en cualquiera de sus modalidades, un titulo de licenciatura o posgrado y la posibilidad de ingresar a las universidades tendrán que acreditar un examen  diseñado y aplicado por organismos privados como el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (CENEVAL) que pretende medir en los alumnos y, a través de ellos en los docentes, no el conocimiento que se requiere para solucionar los problemas que, por ejemplo, al País aqueja, sino la competencia laboral que las empresas necesitan en sus empleados para solucionar los propios sin importar más nada. ¿Que no se asumen los gobiernos del PAN como gobiernos de empresarios para empresarios a costa de los recursos de la Nación que los sustentan?
      En efecto, la principal consecuencia de la participación de organismos como el CENEVAL en los procesos educativos nacionales es que pone a su servicio a la Secretaría de Educación Publica para que esta diseñe sus proyectos educativos acorde con los intereses de la clase empresarial transformando a escuelas de nivel medio superior como el Colegio de Bachilleres en escuelas terminales como el CEBETIS, por lo que todo alumno en ellas inscrito quedará automáticamente imposibilitado para ingresar a las Universidades, puesto que carecerá de la enseñanza del conocimiento básico que estas exigen de sus aspirantes, además de ser un atentado directo contra el carácter autónomo de las mismas, pues en aras de la certificación no podrán más diseñar sus propios planes de estudio e investigación, ni sus maestros ejercerán la libertad de cátedra, ya que, como todos los profesores pertenecientes a las instituciones sometidas al dominio del CENEVAL no pueden siquiera evaluar a sus propios alumnos, tarea reservada exclusivamente al CENEVAL. Es evidente que estas reformas no pretenden, en pleno siglo XXI, formar humanos libres, sino extensiones de las máquinas a las que servirán para sobrevivir bajo el mando de los explotadores. Significaría también volver legal lo que hasta ahora no está siquiera contemplado en la Ley General de Educación y, más grave aún, “avalar a nivel constitucional el que el Estado ceda o deposite en grupos particulares el cuidado y la responsabilidad de la calidad de la educación. Ni siquiera sería ya el neoliberal Estado evaluador, sino un mero testigo de la acción de los particulares, el Estado testimonial”3.
      Creado en 1994 el CENEVAL sólo fue el pionero, después, en 2000, el llamado Consejo para la Acreditación de la Educación Superior (COPAES) acreditó  la existencia de una multitud de enjambres de comités y agencias privadas para evaluar universidades en los mismo términos y acreditar -dicen valorar- sus 13 mil 400 programas de estudios profesionales en calidad de máxima autoridad pedagógica, pues sólo se autoriza una agencia por cada carrera y sus evaluaciones son prácticamente obligatorias y se repiten cada cinco años; si en el 2000 ya costaban 100 mil pesos cada una4, nada más en ese año obtuvieron ganancias superiores a los 134 mil millones de pesos. Mas no sólo la educación superior y media superior es presa de esta misma tendencia,  la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE) pretende que la certificación de los maestros de educación básica quede en manos de agencias certificadoras privadas. Evaluar periódicamente a más de un millón de maestros es otra enorme y generosa mina de oro aún virgen. Esta es, pues, la evaluación real que con la ambigua redacción propuesta en las modificaciones onanistas de la LX legislatura se eleva a rango constitucional. Este respaldo jurídico a la evaluación privada y comercial patentemente ineficiente consiste en un crimen de lesa humanidad orquestado por el Estado contra el pueblo de México, pues, además de todo, jamás desde 1994 esta próspera industria de la evaluación ha podido generar una dinámica sostenida y generalizada que mejore la educación mexicana.
      Sin embargo el pasado 10 de julio del 2009, el titular del INEA, Juan de Dios Castro Muñoz, señaló que al ritmo actual de los recursos destinados por el Estado, el País tardará sesenta años aproximadamente en erradicar el analfabetismo que hoy afecta a más de 6 millones de personas mayores de 15 años que no saben leer y escribir, que sumados a los que padecen rezago educativo, integran una tercera parte de la población que equivale a 33 millones de mexicanos. Aún concediendo que tales estadísticas fueran ciertas, lo cual resulta de suyo imposible a la luz de las propias cifras dadas por el propio funcionario, la situación es inhumana, pues la geografía del analfabetismo en México se corresponde con la de la pobreza, situación de abierta discriminación en que la mayor concentración de analfabetas son mujeres; sin contar que la cifra total de analfabetas en el país prácticamente no ha sufrido cambio alguno desde 1980, donde 6 millones 451 mil personas no sabían leer y escribir y hoy poco más de 6 millones continúan sin saberlo. Es decir, no hubo en este periodo una reducción del analfabetismo, simplemente las personas que no sabían leer y escribir se han difuminado en términos estadísticos ante el crecimiento exponencial de la población. Todo ello a pesar del CENEVAL y demás empresas afines.5
      Nada más inaudito que esto, puesto que otros países latinoamericanos cuyas economías resultan mucho más pequeñas que la nuestra han logrado en menos tiempo y en situaciones de sumo adversas erradicar por completo este mal que nos aqueja. Baste con recordar el caso de Cuba que acabó por completo con este flagelo desde 1961, a pesar del ignominioso bloqueo económico perpetrado por la Casa Blanca que desde 1962 les azota; en 2005, Venezuela logró, con apoyo del gobierno de la Habana, reducir su población analfabeta por debajo del 5 por ciento; otro tanto ocurrió en Bolivia, la nación más pobre del continente después de Haití. Este mismo año, el actual gobierno de Nicaragua emitió la declaratoria que consagra a su territorio libre de analfabetismo. ¿Que podemos esperar del gobierno mexicano respecto a educación si no considera como asunto de Estado erradicar el analfabetismo? ¿Qué significan sus pretendidas reformas si para nuestro gobierno la educación no es parte esencial de una política global de desarrollo y justicia social para la cual se movilicen grandes recursos económicos, logísticos y humanos? Es significativo, al respecto, que el porcentaje del presupuesto público destinado a educación en Venezuela se haya incrementado en un 5 por ciento de los años noventa a 2005, y que la inscripción en las escuelas públicas haya aumentado de 59 por ciento en 1998 a 67 por ciento en 20026 ¿México es como en La Habana, Caracas o La Paz?
      Ni siquiera el pequeño empresario mexicano promedio puede dormir tranquilo con estas reformas que volverán a todos los bachilleratos del país un centro de capacitación para el trabajo en las empresas transnacionales, pues su empresa no es transnacional. Al parecer no ha notado que el perfil del obrero calificado egresado del Bachillerato Único no le es útil si su empresa existe en el corazón de Oaxaca, lo mismo si estuviera en el de Monterrey; pues los egresados del Bachillerato único cumplirán exclusivamente el perfil de contratación que las transnacionales exigen, no el que los empresarios domésticos requieren. Mas no te confundas querido lector, pues no sugerimos que la pedagogía por competencias deba adaptarse a las necesidades de los explotadores domésticos; es solo que, como dijo José Martí, aún cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar, para que no persista en ella entera, sino cicatrices sanadas de la explotación del hombre por el hombre. Compañero de cadenas, desheredado de futuro, tus hijos en lucha rechazamos de tajo esta pedagogía y todas las reformas que la sustentan, mas a ti toca sumarte a nuestras voces y encarnarlas en actos.